Salmos 130:1-8 De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo.
2 Señor, oye mi voz;
estén atentos tus oídos a la voz de mi súplica.
3 JAH, si mirares a
los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?
4 Pero en ti hay
perdón, para que seas reverenciado.
5 Esperé yo a Jehová,
esperó mi alma; en su palabra he esperado.
6 Mi alma espera a
Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana.
7 Espere Israel a
Jehová, porque en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él;
8 Y él redimirá a
Israel de todos sus pecados.
Comentario:
El tema general del salmo podría ser la esperanza, vista
desde un punto de referencia en que el salmista está desesperado por la
realidad espiritual de todo un pueblo. Y esa esperanza para limpieza total de
los pecados de Israel no vendría sino hasta cientos de años más tarde cuando
Cristo viniera a redimir sus pecados e iniquidades (Isaías 53:11 y Juan 1:14).
El v.8 muestra lo que todo el salmo trata de explicar. Es un
clamor profundo y un pedido intenso para que Dios mire los pecados y aun así
ellos pudieran continuar de pie como un centinela y un vigilante a la mañana (v.
6).
La esperanza es la “espera” de algún bien, sea éste material
o espiritual, y ¿quién no transita las horas del día pensando en algo que
desea, o quisiera ver ansiosamente? Todo ser humano mientras vive, espera. Esta
esperanza siempre está ligada con la confianza, pero a la vez es la espera
ansiosa de conseguir aquello que aún no se tiene. La esperanza de por sí no es
una garantía si no está acompañada de fe. En nuestro caso es la fe en nuestro
Dios que es todopoderoso y que para él no hay nada imposible.
La esperanza que tiene por objeto a Dios, tiene tres
aspectos: la espera del futuro, la confianza y la paciencia de la espera. En
estos momentos yo puedo dar testimonio personal de que estos tres aspectos se
cumplen con seguridad. Mi familia y yo nos estamos trasladando de una ciudad a
otra y para esto hace falta esperar en el futuro sin mirar atrás, tener mucha
confianza que lo que viene está siendo preparado por Dios mismo y zambullirse
dentro de la paciencia hasta que llegue el momento en que la esperanza sea
cumplida.
Esto, que era verdad para los judíos que esperaban una
liberación, es válido también hoy para nosotros ¿hemos recibido y gozado de
todo lo que Jesús nos prometió? Quizás no. Todo nos ha sido dado, pero lo
tenemos que esperar. Así como el centinela aguarda la madrugada, el creyente
espera la venida de Cristo, lo cual es aquello mismo o parecido que
esperaban los judíos para experimentar
el perdón de pecados.
Debemos esperar únicamente lo que Dios ha prometido en su
palabra. Como los que desean ver el amanecer, deseosos que la luz venga mucho
antes que llegue el día, pero con más ganas todavía. Que todos los que se
dedican al Señor, permanezcan en Él con alegría, es mi deseo. Esta redención
que vendrá es de todo pecado, pronto se acabará el gemir y el dolor. Jesucristo
salva a su pueblo de sus pecados y del poder censurador y dominante del pecado.
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