Yo sé que hay muchas veces en las que podemos sentir que
nuestros corazones están cargados. Un sueño roto, una presión externa, una
amenaza u otras cosas similares pueden tener –si no las tratamos correctamente-
un impacto negativo en nuestras vidas. El hecho de que sean una carga y
presionen sin duda puede ser una realidad en una vida cristiana y es evidente
porque Dios en Su Palabra ha anticipado una manera para enfrentarlo. Es esa
manera la que trataremos de presentar en este artículo.
1. Dios: el que sostiene
Para empezar vamos a Salmo 55:22 que dice:
Salmos 55:22
“Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; No dejará
para siempre caído al justo.”
La Palabra de Dios nos exhorta a echar nuestras cargas sobre
Él. Esto inmediatamente nos dice dos cosas. Primero, que la vida cristiana no
va a estar exenta de cargas. Segundo, que la manera correcta de enfrentar
cualquier carga, grande o pequeña, es echándola en el Señor. Esto se confirma
más delante en 1 Pedro 5:7 que dice:
1 Pedro 5:6-7
“Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él
os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque
él tiene cuidado de vosotros.”
Dios nos apresura a echar toda nuestra ansiedad sobre ÉL,
porque como dice, Él se preocupa por nosotros. La referencia hacia la humildad
que precede este pasaje probablemente no es accidental. Ciertamente se requiere
humildad para negar que hay algo que podemos hacer y echar todas las cosas en
Dios quién como en Romanos 8:32 dice:
Romanos 8:32
“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó
por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”
Como también leemos en Salmos 37:5
“Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará.”
Y Proverbios 3:5-6
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te apoyes en tu
propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus
veredas”.
Esas no son meras palabras, aunque las hayamos leído muchas
veces. Sino que son las palabras DE DIOS, PROMESAS QUE PIDEN NUESTRA CONFIANZA.
No se trata de que si tenemos la sabiduría y la habilidad de abrirnos camino y
llevar nuestras cargas. Más bien es cuestión de que si confiamos en aquél que
tiene la sabiduría y las habilidades, el Dios Todopoderoso, para que abra el
camino y lleve las cargas por nosotros.
2. Mateo 6
Otra enseñanza de la Palabra de Dios en cuanto el cómo
tratar las cargas y afanes lo da Cristo en Mateo 6. Empezando en el verso 25
leemos:
Mateo 6:25-32
“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué
habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de
vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y
vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un
codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo,
cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su
gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y
mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros,
hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué
beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero
vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.”
Observa que el texto no dice que no debemos pedir por
nuestras necesidades. De hecho, parte de la oración que el Señor le dio a sus
discípulos (conocida como el Padre Nuestro) era sobre necesidades físicas
(“Danos nuestro pan de cada día”, Mateo 6:11). Por lo cual lo que Jesús quiere
decirnos no es que dejemos de pedirle a Dios que cubra nuestras necesidades,
sino que dejemos de preocuparnos por ellas. Y sigue diciéndonos lo que debemos
perseguir:
Mateo 6:33-34
“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y
todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de
mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio
mal.”
La palabra “Más” al principio del pasaje, hace una
comparación entre lo que la precede y lo que le sigue. De tal modo que nos dice
que en lugar de ponerle atención a los afanes, deberíamos de ponerle atención
al reino de Dios y su justicia. Como resultado, todas las cosas que necesitemos
nos serán añadidas. Como Cristo característicamente le responde al diablo
cuando le tentó:
Mateo 4:4
“No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que
sale de la boca de Dios”
Incluso si tenemos todas las otras cosas, todavía no
tendremos vida si a nuestros corazones les falta la Palabra de Dios. Por
supuesto esto no significa que no necesitamos comer o beber o que no tenemos
otras necesidades. Solo leemos que Dios sabe que necesitamos esas cosas. Sin
embargo, nuestra principal necesidad, de hecho nuestra única necesidad (ver
Lucas 10:38-41), es la necesidad de tener la Palabra de Dios reinando en
nuestros corazones. Es eso lo que debemos de buscar y si lo hacemos, todas las
otras cosas que probablemente necesitemos nos serán añadidas. Es promesa.
Algunos ejemplos
Para entender mejor el lado práctico de lo anterior, le
echaremos un vistazo a dos ejemplos (no son los únicos) que vienen en la
Biblia.
3. El caso de Daniel
El primer caso que vamos a examinar es el caso de Daniel.
Daniel fue uno de aquellos judíos que tomaron cautivos a Babilonia y que
eventualmente fue puesto en las posiciones altas de la jerarquía del reino. De
hecho como leemos en Daniel 6:3 en el tiempo de Darío, fue preferido entre
todos los gobernadores del reino. Esto a su vez causó la envidia de sus
colegas, quienes hicieron un complot en contra suya, persuadiendo al rey a que
extendiera una orden de prohibir durante 30 días de pedir algo a alguien que no
fuera el rey (Daniel 6:4-8). El castigo para el que desobedeciera esta orden
era que iba a ser echado al foso de los leones; la razón por la cual el complot
tomó esta forma no fue accidental. Como el verso 5 dice, ellos sabían que la
única manera de lograr su objetivo era encontrar algo en contra de Daniel
“concerniente a la ley de su Dios”. Así que, sabiendo el amor que Daniel le
tenía a su Dios, lo pusieron en un dilema: ya sea o dejaba de pedirle a Dios,
como decía la orden, o iba a ser, como pensaron, alimento para los leones. Esos
hombres intentaron a través de este complot interferir abiertamente en la
relación que Daniel tenía con Dios. Ahora tenía una opción. Ya sea, o permitía
esta presión, esta amenaza para infectar su corazón con ansiedad y miedo o se
la echaba a Dios dejando que su relación con Él permaneciera intacta y
confiándole todo el asunto. El verso 10 nos dice lo que finalmente escogió
hacer:
Daniel 6:10
“Cuando Daniel supo que el edicto había sido firmado, entró
en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que daban hacia Jerusalén, se
arrodillaba tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como
lo solía hacer antes”.
Daniel no solo siguió orando sino que siempre lo hizo: ¡con
las ventanas abiertas! Obviamente ignoró la amenaza, o mejor no trató de
enfrentarla con sus propios medios, como por ejemplo cerrando las ventanas o
tratando de no ser visible u orando en horas en las que nadie lo vería, en
secreto etc. De lo contrario, el continuó con su relación con Dios como antes.
Por otro lado, eso era precisamente lo que sus enemigos querían. Como vimos,
hicieron sus planes basados en que Daniel no dejaría de orar y pedirle a Dios,
y de este modo violando la orden del rey. Los versos 11-16 nos dicen lo que
esos hombres hicieron luego:
Daniel 6:11-16
“Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel
orando y rogando en presencia de su Dios. Fueron luego ante el rey y le hablaron
del edicto real: ¿No has confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de
treinta días pida a cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en
el foso de los leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley
de Media y de Persia, la cual no puede ser abrogada. Entonces respondieron y
dijeron delante del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá,
no te respeta a ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres
veces al día hace su petición. Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran
manera, y resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para
librarle. Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas, oh rey,
que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el rey
confirme puede ser abrogado. Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le
echaron en el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien
tú continuamente sirves, él te libre.
Esos hombres odiaban a Daniel tanto que para tumbarlo de su
posición engañaron incluso al rey. Cuando el rey entendió lo que había pasado,
estaba muy apenado pero no podía hacer nada, ya que la orden era imposible de
ser cambiada. Sin embargo, hizo algo aún más importante: confió en Dios. Los
versos 17-23 nos dicen lo que finalmente sucedió:
Daniel 6:17:23
“Y fue traída una piedra y puesta sobre la puerta del foso,
la cual selló el rey con su anillo y con el anillo de sus príncipes, para que
el acuerdo acerca de Daniel no se alterase. Luego el rey se fue a su palacio, y
se acostó ayuno; ni instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se
le fue el sueño. El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente
al foso de los leones. Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz
triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú
continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones? Entonces Daniel
respondió al rey: Oh rey, vive para siempre. Mi Dios envió su ángel, el cual
cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui
hallado inocente; y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo.
Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a Daniel
del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión se halló en él, porque
había confiado en su Dios”.
El último verso nos da el resultado de Daniel y la razón por
la que ocurrió. Así que el resultado fue que “No se encontró ninguna herida en
él” y la razón fue que “Creyó en su Dios”. Es muy fácil leer y pasar
rápidamente lo anterior, pero por un minuto vamos a ponernos en los zapatos de
Daniel. Él, como los otros hombres de la Biblia, no era un superhombre. Eran
hombres como nosotros, que también tenían la opción de creer o no creer en
Dios. ¿Son nuestros problemas y las amenazas que enfrentemos más grandes que la
amenaza que Daniel enfrentaba? Pudo haber muerto en un minuto. “naturalmente”
hablando, tan pronto como estuviera en el fondo del foso iba a morir. Aún así,
Daniel no miró su situación “naturalmente”. La vio SOBREnaturalmente. Como el
pasaje nos dice “él creyó en su Dios”. Confió en Dios. Pudo haber hecho otras
mil cosas. Pudo haber divisado mil maneras de escapar de la trampa: pudo haber
cerrado las ventanas, pudo haber buscado un compromiso, le pudo haber rogado al
rey. Sin embargo, en vez de todas esas cosas, Daniel escogió tener fe en Dios.
Cuando fue llevado al foso “creyó en su Dios”. ¿El resultado? “no se encontró
ninguna herida en él porque, creyó en su DIOS”. La pregunta no es si habrá
tiempos difíciles, cargas y afanes que se echarán en nuestros hombros porque
sabemos que ahí estarán. Más bien, la pregunta es ¿Cómo las manejaremos? ¿Las
vamos a dejar en nuestros hombros o se las echaremos todas a Dios? ¿Creeremos
en el poder y en las habilidades de Dios o en nuestras fuerzas? ¿Buscaremos una
solución naturalmente (“soy capaz, soy sabio”), o sobrenaturalmente (“Dios es
capaz, Dios dame sabiduría”)?
4. El caso de Elías
Otro ejemplo de cómo tratar las cargas y los afanes así como
la habilidad de Dios de encargarse de lo que echamos en Él viene en 1 Reyes 17.
Ahí en el verso uno Elías habla con Acab el rey de Israel:
1 Reyes 17:1
“Entonces Elías tisbita, que era de los moradores de Galaad,
dijo a Acab: Vive Jehová Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá
lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra”.
Debido a todas las cosas malas que estaban pasando en Israel
durante el reinado de Acab, Dios no iba a dejar llover por un gran período de
tiempo, que de Santiago 5:17 sabemos que fueron tres años y medio. Esto por
supuesto significó hambre para Israel en el cual también Elías vivió. Por lo
cual ahí había una necesidad, la necesidad de sobrevivir, de comida y agua, que
“naturalmente” hablando parecía que tarde o temprano iba a alcanzar a Elías. ¿A
caso Dios sabía que Elías, Su hombre, necesitaba comer y beber, y lo que él
hizo por eso? Los versos 2-6 dicen:
1 Reyes 17:2-6
“Y vino a él palabra de Jehová, diciendo: Apártate de aquí,
y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Querit, que está frente al
Jordán. Beberás del arroyo; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de
comer. Y él fue e hizo conforme a la palabra de Jehová; pues se fue y vivió
junto al arroyo de Querit, que está frente al Jordán. Y los cuervos le traían
pan y carne por la mañana, y pan y carne por la tarde; y bebía del arroyo”.
Dios conoce nuestras necesidades y aunque parezca
naturalmente imposible que algunas de ellas se satisfagan, Él sabe cómo
cubrirlas de otra manera: SOBRENATURALMENTE. ¿Quién iba a imaginarse que la
solución de Elías de comida iba a ser que los cuervos le traían lo que
necesitaba? Lo cual aquí está escrito frente a nuestros ojos. No esperamos
necesariamente una solución natural, sino la solución que viene
sobrenaturalmente de Dios, que puede hacer todas las cosas posibles e imposibles.
No solo tenemos esperanza cuando parece que hay soluciones, sino también cuando
no hay nada visible a nuestro alrededor. Así como con Elías y como con nosotros
Dios sabe una manera de traer soluciones y contestar oraciones, que no están
restringidas a la forma natural: Él conoce la manera SOBRENATURAL. Pero vamos a
continuar:
1 Reyes 17:7-9
“Pasados algunos días, se secó el arroyo, porque no había
llovido sobre la tierra Vino luego a él palabra de Jehová, diciendo: Levántate,
vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado orden allí a una mujer
viuda que te sustente”.
El arroyo se está secando. El agua se acaba. La sed amenaza
a Elías. ¿Qué hizo? Nada, hasta que Dios le dio sabiduría mostrándole SU propia
solución, la SOBRENATURAL1, la cual también siguió:
1 Reyes 17:10-16
“Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Y cuando llegó a
la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí recogiendo
leña; y él la llamó, y le dijo: Te ruego que me traigas un poco de agua en un
vaso, para que beba. Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y le
dijo: Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano. Y ella
respondió: Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado de
harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora recogía
dos leños, para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que lo
comamos, y nos dejemos morir. Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has
dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la
ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová Dios
de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la
vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la
tierra. Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su
casa, muchos días. Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la
vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías.”
“Naturalmente” hablando ¿Quién se hubiera imaginado todo lo
anterior? Nadie. Todo lo anterior es imposible. Es imposible “naturalmente”. No
SOBREnaturalmente. Como el Señor dijo “Las cosas que son imposibles para los
hombres son posibles para Dios” (Lucas 18:27). Todo es posible para Dios. Lo
más grande, ciertamente una fuente inagotable de poder en todo el universo es
nuestro Dios. No miremos a nuestro alrededor buscando soluciones naturales. No
restrinjamos las formas posibles a través de las cuales Dios pueda actuar a
solamente lo que vemos a nuestro alrededor. Porque es posible que no veamos
nada o incluso cosas peores como un foso con leones o hambruna y sed. De lo
contrario, pongamos nuestros ojos en Él, esperando su propia solución y
consejo, incluso ahí donde parece que no hay solución. Entreguémosle al Señor
nuestro camino confiemos en Él y Él hará. No sabemos cómo lo hará pero sí
sabemos que lo hará y eso es suficiente para darnos descanso en Él incluso
cuando todo alrededor de nosotros no está en nuestro favor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Déjenos sus Comentarios o Peticiones y estaremos gustosos de Responderles.
Bendiciones.