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jueves, 5 de abril de 2018

Todo Lo Soporta El Amor



“El amor es sufrido.” Es decir, soporta con paciencia al prójimo. ¿Verdad que todos necesitamos tal aguante? Dado que somos criaturas imperfectas que servimos hombro con hombro, cabe esperar que de vez en cuando nos irriten nuestros hermanos, y viceversa. Pero la paciencia y la tolerancia nos ayudarán a afrontar los pequeños roces sin perturbar la paz de la congregación.


“Todas las cosas las soporta.” Esta frase significa literalmente que “lo cubre todo”. Como señala 1 Pedro 4:8, “el amor cubre una multitud de pecados”. De forma que el cristiano que se rige por esta cualidad no está ansioso por sacar a relucir las imperfecciones y defectos de sus hermanos en la fe. En muchos casos, los errores que cometen son de poca monta y pueden taparse con el amor (Proverbios 10:12; 17:9).

“Todas las cosas las espera .” En efecto, esta cualidad no solo alienta la confianza, sino también la esperanza. Nos mueve a tener las mejores expectativas sobre nuestros hermanos. Por ejemplo, si uno de ellos da “algún paso en falso antes que se dé cuenta”, esperamos que responda a los amorosos esfuerzos que se hagan por reajustarlo (Gálatas 6:1). También abrigamos el deseo de que se recuperen los débiles en la fe. Somos pacientes con ellos y hacemos lo posible para que se fortalezcan (Romanos 15:1; 1 Tesalonicenses 5:14). Hasta cuando se descarría un ser querido, no perdemos las esperanzas de que un día recapacite y regrese a Jehová, tal como el hijo pródigo de la parábola de Jesús (Lucas 15:17, 18).

“Todas las cosas las aguanta.” El aguante, que nos permite mantenernos firmes a pesar de las desilusiones y dificultades, no solo se ve sometido a prueba por los de fuera de la congregación, sino también por los de dentro. Como estos son imperfectos, es probable que nos decepcionen a veces. Quizás alguien nos lastime con un comentario desconsiderado (Proverbios 12:18). O tal vez no se atienda un asunto de la congregación como nos parece oportuno. Es posible que nos perturbe la conducta de un hermano respetado y que nos preguntemos cómo puede actuar un cristiano de esa manera. Ante tales situaciones, ¿nos apartaremos de la congregación y dejaremos de servir a Jehová? Si tenemos amor, no. Esta virtud impide que los defectos de un hermano nos cieguen al grado de no ver nada bueno en él o en los demás como colectividad. Así, nos permite seguir siendo fieles a Dios y respaldar a la congregación sin importar lo que haga o diga una persona imperfecta como nosotros (Salmo 119:165).

“El amor nunca falla.” ¿Qué quiso decir Pablo con estas palabras? Las escribió cuando trataba el tema de los dones del espíritu que existían entre los primeros cristianos y que eran señales de que el favor de Dios estaba con la nueva congregación. Aunque no todos los hermanos podían efectuar curaciones, profetizar o hablar en lenguas, en realidad no importaba, pues aquellas manifestaciones milagrosas terminarían cesando. Sin embargo, permanecería algo diferente, algo que todos ellos podían cultivar y que era más sobresaliente y duradero que cualquier don prodigioso. De hecho, Pablo lo llamó “un camino sobrepujante” (1 Corintios 12:31). ¿Cuál era este “camino sobrepujante”? El camino del amor.

Ciertamente, el amor cristiano que describió Pablo “nunca falla”, en el sentido de que jamás tendrá fin. Hasta el día de hoy, el cariño fraternal y altruista identifica a los verdaderos discípulos de Jesús. ¿No vemos pruebas de este amor en las congregaciones de los siervos de Dios de todo el mundo? Esta cualidad durará para siempre, pues Jehová promete vida eterna a sus adoradores fieles (Salmo 37:9-11, 29). Por lo tanto, continuemos haciendo todo lo posible por seguir “andando en amor”. Así constataremos que dar produce mayor felicidad y, lo que es más, podremos seguir viviendo —sí, seguir amando— por toda la eternidad, en imitación de nuestro amoroso Dios Jehová.

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