Una promesa fue dada a los discípulos de Jesús: “Mas buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas.” Mateo 6:33.
En este contexto está escrito que nuestro Padre celestial
sabe de lo que tenemos nececidad. Sí, Él sabe, no es tonto. Al dudar
manifestamos que Dios es ciego, estúpido e incapaz. Pero nuestro Padre
celestial no es ni ciego ni senil. Él presta atención, tanta, que ha contado
hasta los cabellos de nuestra cabeza. También puedes estar seguro de que Él ha
contado cada peso, dolar o Euro que ganas, hasta el último centavo. Y sabe
exactamente cuánto necesitarás mañana, pasado mañana, y ¡ los próximos diez
años! Dios lo sabe todo y se encarga de todo.
Una conexión con el Dios Todopoderoso
Entonces ¿por qué nos preocupamos? Jesús dice: “Pues si no
podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás?” Lucas 12:26.
Dios es capaz de todo, pero nosotros nisiquiera lo más mínimo somos capaces de
hacer. Basándose en esta verdad, deberíamos, con mayor razón, comenzar a
obedecer esta palabra: “… echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él
tiene cuidado de vosotros.” (1 Pedro. 5:7)
Pero para esto debemos estar en conexión con Él. En realidad
solo los discípulos son los que tienen una tal conexión con Él, los que han
nacido de nuevo a una esperanza viva. Si uno está sin Dios y sin esperanza en
el mundo, entonces se vuelve difícil echar toda nuestra ansiedad sobre Él y uno
comienza a preocuparse, todo por no creer en su Palabra.
Por la fe en la Palabra de Dios, montañas de preocupaciones
pueden derribarse para luego arrojarlas a las profundidades del mar. ¿Cuánta
ansiedad queda si hemos recibido una fe viva en Romanos 8:28? “Y sabemos que a
los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que
conforme a su propósito son llamados.”
Así todas las nubes de ansiedad desaparecen, y nacerá el Sol
de justicia, y en sus alas traerá salvación. (Malaquías 4:2). La ansiedad nos
hace envejecer antes de tiempo, es causa de las úlceras en el estómago y
acidez, que nos fatigan e impacientan por cosas ridículas e insignificantes.
“La preocupación provoca el envejecimiento prematuro.” (Sirácides 30:24).
Nuevos pensamientos edificantes
La exhortación la oímos: “Por nada estéis afanosos”.
Filipenses 4:6. Por lo general la gente se afana prácticamente de todo. La
ansiedad es una enfermedad corrosiva, como una serpiente que se arrastra
alrededor de los pensamientos, estrangulando nuestra vida en Dios, además tus
pensamientos se mueven en un laberinto oscuro, y pensamientos destructivos
aparecen, una y otra vez. Pero cuando hechas sobre el Señor todas tus cargas,
el cielo se abre.
En Apocalipsis 4, 1 está escrito: “…miré, y he aquí una
puerta abierta en el cielo;… hablando conmigo, dijo: Sube acá” Ahí había luz,
con nuevos pensamientos edificantes y de agradecimiento que han estado desde
antes de la fundación del mundo. Ahora hay lugar en nuestras mentes y corazones
para que estos pensamientos vengan al interior, y puedan darte una visión
clara. “¡Ved aquí al Dios vuestro!” Isaías 40:9.
Al ver a Dios, te das cuenta de lo pequeño que eres y lo
insignificante y ridículo que son tus problemas en realidad. Antes, la
preocupación y la ansiedad se comían tu energía e iniciativa, ahora en cambio
una nueva energía que se llena de deseo para levantarse y servir. Encontrarás
que ya no eres impulsado y asediado por tus propios pensamientos. El yugo de
preocupación se ha roto en tu vida, por lo que también puedes ayudar a otros
liberarse y a dar consuelo a las almas que sufren. Entonces en las tinieblas
nacerá tu luz, y tu oscuridad será como el mediodía. (Isaías 58:10)
Hay otra muy buena exhortación en el mismo versículo: “… si
dieres tu pan al hambriento, y saciares al alma afligida.” El dar es un arma
poderosa contra la preocupación. Dios se da cuenta de las cosas que haces y te
recompensa de acuerdo a ellas.
Dios puede hacer lo imposible
Así que ejercitémonos en la piedad, ejercitémonos en echar
toda nuestra ansiedad sobre Él. Esto es sin lugar a dudas, uno de los “deportes
espirituales” más rentables que se pueden practicar.
Dios es tan misericordioso que Él tira todos nuestros
pecados a las profundidades del mar, así que aprovechemos esta increíble
oferta: Echemos toda nuestra ansiedad sobre Él. (1 Pedro 5:7). Dios puede
lograr cosas que, para nosotros, son imposibles. (Mateo 19:26).
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