Hay muchas maneras de desearles cosas buenas a los demás. Pero, cada que me dicen “Dios te bendiga”, la cosa cambia. Más allá que un saludo de despedida, es un saludo que sale del corazón, va más en serio. Cuando soy yo quien lo dice a los demás es curioso observar su reacción, hay algunos que no saben qué responder y sólo se limitan a sonreír u otros que simplemente te dicen “gracias”.
Decirle “Dios te bendiga” a alguien es la mejor forma de desearle prosperidad y todas las gracias celestiales para su vida.
Esto es posible al invocar directamente el poder divino de Dios a través de su nombre. Es el mismo Jesús quien nos recuerda que en su nombre hay poder: “Si me pedís algo en mi nombre, yo os lo concederé” (Jn 14, 14).
El nombre de Dios tiene el poder de cambiar la vida de las personas. Por lo tanto, debe ser invocado con respeto, veneración y fe. Si al pronunciarlo lo deseamos por mera cortesía a los demás es como si dijéramos algo sin sentido o como un mero saludo. Así que, si en verdad quieres desearle el bien a alguien hazlo invocando el nombre de Dios, pero haciéndolo con un corazón honesto y sincero, para que Dios cumpla su voluntad.
Cuando alguien te bendiga en nombre de Dios no sólo desea lo mejor para ti, sino que también está actuando en favor suyo. Pues cuando bendices a alguien también el favor de Dios se manifiesta en ti.
La palabra bendecir, en latín bendecire, significa transmitir vida o expresar buenos deseos a otra persona, es como dar gracias a alguien o reconocer la bondad de los otros. Hay algunas personas que acostumbran decir “bendiciones” que, si bien no juzgo sus buenas intenciones, no es lo mismo que decir “Dios te bendiga”, porque con esta última el que bendice no es una persona, sino Dios mismo. Lo que significa que Dios hará lo necesario para mejorar la situación actual del otro.
Dios desde antiguo nos dijo: “Es así como ellos pondrán mi Nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré” (Nm 6, 27). Nosotros como hermanos y miembros del cuerpo de Cristo estamos llamados a también velar por el bienestar de los demás y buscar su santidad. Esto será posible sólo mediante la intercesión en nuestra oración constante para que todos podamos compartir algún día en la presencia de Dios.
No banalicemos este deseo, la bendición debe ir más allá de un simple saludo o mera costumbre, debemos desearlo con todo el corazón. Bendecir en nombre de Dios es pedirle que guíe, acompañe y proteja a la persona que le hemos expresado nuestro deseo.
¡De todo corazón, que Dios te bendiga abundantemente y sea el auxilio ante todas tus necesidades!
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Bendiciones.