En Mateo 25.1-13, Jesús utiliza una parábola para explicar quienes entrarán al Reino de los Cielos. Una parábola es una historia ficticia con un fin educativo, pensada sobre la base de hechos posibles de la vida cotidiana y por esa razón eran historias que todos podían comprender. Debido que eran relatos de hechos que pasaban en la vida real, su interpretación debe ser textual.
En el caso de esta parábola, se toca el tema del matrimonio, que en Oriente era algo sumamente serio. El mismo se arreglaba entre las familias, generalmente con el consentimiento de los dos jóvenes, aunque también se daban arreglos matrimoniales por interés. El “noviazgo” en las sociedades orientales no existía. Una vez que el matrimonio estaba pactado, el esposo se retiraba a su tierra y comenzaba a preparar la casa donde llevaría a su esposa. Su familia lo ayudaba, cuando ya tenía todo listo, incluyendo la fiesta, entonces el esposo partía a buscar a su esposa para “consumar” el matrimonio. Mientras el varón estaba con los preparativos, a la esposa solo le quedaba esperar. La venida del joven para llevarse a la esposa era anunciada ruidosamente por los amigos del esposo, de modo que todo el pueblo se enterase. Las amigas solteras de la esposa eran su séquito de Honor. La parábola de Jesús arranca desde este punto: El esposo llega al vecindario y las diez doncellas amigas de la esposa tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibirlo. Jesús explica que: “2 Cinco de ellas eran insensatas y cinco prudentes. 3 Las insensatas llevaron sus lámparas, pero no se abastecieron de aceite. 4 En cambio, las prudentes llevaron vasijas de aceite junto con sus lámparas. 5 Y como el novio tardaba en llegar, a todas les dio sueño y se durmieron. 6 A medianoche se oyó un grito: “¡Ahí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!” 7 Entonces todas las jóvenes se despertaron y se pusieron a preparar sus lámparas. 8 Las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos un poco de su aceite porque nuestras lámparas se están apagando.” 9 “No —respondieron éstas—, porque así no va a alcanzar ni para nosotras ni para ustedes. Es mejor que vayan a los que venden aceite, y compren para ustedes mismas.”10 Pero mientras iban a comprar el aceite llegó el novio, y las jóvenes que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Y se cerró la puerta. 11 Después llegaron también las otras. “¡Señor! ¡Señor! —suplicaban—. ¡Ábrenos la puerta!” 12 “¡No, no las conozco!”, respondió él. 13 »Por tanto —agregó Jesús—, manténganse despiertos porque no saben ni el día ni la hora. Los personajes: La Esposa, evidentemente es la Iglesia. El Esposo, es el Señor Jesús. Las Vírgenes, son las amigas de la Esposa, las que al igual que ella están esperando en santidad para ser desposadas. Los que anuncian al Esposo: No los identifica en el texto, pero de acuerdo a la costumbre, son los amigos del Esposo que se ocupan de anunciarlo. Juan el Bautista se identifica en esta categoría en Juan 3.29. Los amigos del Esposo son todos los que profetizan que Jesús viene pronto. La fiesta: Las Bodas del Cordero. Veamos párrafo por párrafo: 2 Cinco de ellas eran insensatas y cinco prudentes. 3 Las insensatas llevaron sus lámparas, pero no se abastecieron de aceite. Las “Insensatas” tomaron las lámparas pero no el combustible (aceite), una lámpara sin aceite, sencillamente no sirve para nada, es como llevar hoy una linterna sin pilas: No funciona. 4 En cambio, las prudentes llevaron vasijas de aceite junto con sus lámparas. Las otras cinco tuvieron en cuenta este importante detalle y cargaron sus vasijas. 5 Y como el novio tardaba en llegar, a todas les dio sueño y se durmieron. 6 A medianoche se oyó un grito: “¡Ahí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!” Estos versículos son clave: Muestra que el grupo recibió con bastante anticipación la noticia de que ese era “el Día de la Boda” (las señales de los Tiempos) y cuando llegó el momento definitivo, a la medianoche (el tiempo de la mayor oscuridad), todas escucharon el aviso. 7 Entonces todas las jóvenes se despertaron y se pusieron a preparar sus lámparas. 8 Las insensatas dijeron a las prudentes: “Dennos un poco de su aceite porque nuestras lámparas se están apagando.” 9 “No —respondieron éstas—, porque así no va a alcanzar ni para nosotras ni para ustedes. Es mejor que vayan a los que venden aceite, y compren para ustedes mismas.” Las que habían tenido en cuenta la situación y se habían provisto del combustible prepararon sus lámparas y las encendieron, en cambio las insensatas se dieron cuenta tarde de su negligencia, no tenían lo necesario para alumbrar su propio camino ni el de los invitados. 10 Pero mientras iban a comprar el aceite llegó el novio, y las jóvenes que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas. Y se cerró la puerta. 11 Después llegaron también las otras. “¡Señor! ¡Señor! —suplicaban—. ¡Ábrenos la puerta!” 12 “¡No, no las conozco!”, respondió él. 13 »Por tanto —agregó Jesús—, manténganse despiertos porque no saben ni el día ni la hora. Mientras las insensatas fueron a conseguir el aceite, todos entraron a la casa a celebrar la boda y ellas se quedaron fuera de la fiesta. La Clave está en el aceite. ¿A que se refiere la Escritura con "aceite"? Según la Iglesia de Roma, sería a las "Obras de la Fe" como las limosnas y las caridades a los más necesitados. Para la Iglesia Protestante, el "aceite" sería la "Unción del Espíritu Santo". Siguiendo con la postura de ir a lo literal, el aceite es lo que hacía las lámparas dieran luz, y por lo tanto útiles a las diez doncellas que las portaban, cuya misión era iluminar el camino. Las sensatas cumplieron su misión, fueron útiles y entraron a las Bodas, mientras que las otras fueron inútiles y no entraron. La Palabra de Dios es esa lámpara encendida que alumbra los pies del que camina, para que no tropiece en piedra: Es decir su diario vivir, su testimonio. La prédica con el testimonio personal es mucho más fuerte que la predica oral, sencillamente porque una persona puede "predicar lindo" y mentir, pero sus actos hablan por sí mismos. Por eso Jesús dijo al final del Sermón del monte:"21 »No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino sólo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo.22 Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios e hicimos muchos milagros?” 23 Entonces les diré claramente: “Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!”Mateo 7.21-23 NVI. Solo entraran los que caminen según la Palabra (los que hacen la voluntad del Padre que está en el cielo). Todo aquel que camina en La Palabra, y que sabe que la Puerta es estrecha (Mateo 7.13) vive constantemente examinándose y procurando hacer lo recto. Orando y arrepintiéndose de todo lo que se da cuenta que está mal, pidiendo perdón todos los días. Las doncellas insensatas no solo no podían iluminar su camino (su vida), sino tampoco el de los demás (no tienen testimonio), sin luz estaban imposibilitadas de ver en la oscuridad de la noche: Así de ciego es quien no conoce La Palabra de Dios, no puede ver ni guiar a otros para que no tropiecen y caigan, quienes sean así, aunque estén dentro de la Iglesia, quedarán afuera del Reino. El haber estado congregándote durante 30 o 40 años (tener una lámpara), no te servirá de nada sin el aceite, que es el conocimiento práctico de la Palabra de Dios. El Esposo está a las puertas, todavía estás a tiempo, no te quedes afuera.
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