En Génesis 4, dice que tanto Abel como Caín se presentaron ante Dios con una ofrenda. Dios miró con agrado a Abel, y a su ofrenda, pero no miró con agrado a Caín, y a la ofrenda suya.
Dios no miró primero la ofrenda, sino que los miró primero a cada uno de los dos, y luego a su ofrenda. Lo que hace que le agrades a Dios no es tu ofrenda ni tu dar, sino que es tu corazón al hacerlo lo que hace que tu dar sea agradable a Dios.
La palabra de Dios está basada en pactos. Constantemente hablamos de la gracia, pero nos olvidamos que la gracia es también parte de un pacto. Cuando eres parte de un pacto, si no haces las cosas correctas, hay sanciones. El problema es que a la iglesia no le gustan las sanciones de romper el pacto. Pretendemos vivir bajo la gracia de Dios y hacer lo que nos da la gana, sin tener ninguna consecuencia.
Entonces, haciendo las cosas de manera mediocre, pretendemos obtener aquello que obtienen otros al hacer las cosas bien. Por eso vemos montones de cristiano furiosos, molestos, como Caín. Cristianos que vienen a adorar a Dios, pero con el rostro molesto, caído.
Y Dios les dice lo mismo que le dijo a Caín: Haz lo que tienes que hacer. Y tu alegación es que diste tu ofrenda, pero es que tu corazón no era el correcto. No estás administrando correctamente, tus prioridades no son las correctas. Das la ofrenda, pero vas y malgastas en tarjetas de crédito, das la ofrenda y vas y haces las cosas a lo loco, das la ofrenda y hace un año que no cuadras tu chequera. ¿Cómo Dios te va a dar más dinero, si no estás administrando bien el que tienes?
Entonces, como vemos los resultados en otros, pero no sabemos lo que otros están haciendo, nos molestamos.
Nunca juzgues la cosecha de nadie, si tú no sabes la semilla que ellos han sembrado. Nunca juzgues los resultados de otro, si tú no sabes lo que hay detrás de sus resultados. Y no pretendas tener los mismos resultados que otro, pasando la mitad del esfuerzo.
Lamentablemente, eso es lo que se le ha enseñado a la iglesia. Entonces, tenemos una iglesia de Caínes. Les decimos: Ven y adora a Dios, y Dios te va a bendecir comoquiera. Entonces, cuando no tienen los resultados que pretenden tener, están molestos con el Señor. Lo primero que la iglesia debería decirle a los Caínes es: Si haces bien, tendrás bien. Lo que pasa es que ese no es un mensaje atrayente.
No pienses que si no haces las cosas de la manera correcta Dios va a recompensarte, porque entonces Dios sería un Dios injusto.
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